Un trocito de Europa

Un trocito de Europa

El verano de 2014 fue inolvidable. Con los que habían sido mis compañeros el primer curso de bachillerato, elegimos un crucero por el mediterráneo como viaje de fin de curso.

Fue una experiencia espectacular para todos, en la que vimos la mayor parte de la Europa del sur, empezando por Italia, aunque realizamos una pequeña parada en Túnez, donde en poco espacio de tiempo vimos parte de este pequeño país y sus tradiciones, a pie de barco.

Ya en Italia, visitamos las ciudades de Roma y Florencia, donde tuvimos el placer de inmortalizar tanto la Fontana Di Trevi o el Coliseo Romano en la ciudad romana, o el Ponte Vecchio en Florencia.
En el mismo día y con un clima pésimo, con fuertes lluvias torrenciales, observamos el Vaticano. Visita fugaz pero impresionante a los ojos de la persona.

Con el transcurso de los días, atracamos también en la maravillosa isla de Cerdeña, un paraíso al alcance de muy pocos y un privilegio para los que tengan la suerte de habitarla por unos días.

El viaje, con una duración de siete días, estuvo marcado aparte de las espectaculares vistas, por una unión entre nosotros, una confianza y amistad que se forjó en ese gran buque, el Sovereign, de la compañía Pullmantur. Esa amistad sigue viva a día de hoy y no olvido en ningún momento donde ocurrió y se inició tal unión.

El hecho de que sea una ciudad flotante, de gran dimensión no quita que se disfrute de las personas y que no de tiempo material para entablar ningún tipo de relación. Son de esas experiencias que te marcan, las cuales deseas con inmensas fuerzas y merecen la pena totalmente vivirlas. 

Invitaría a todas las personas, pese a todo tipo de razones, probar a realizar cualquier tipo de estos viajes. MERECE LA PENA.

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