Recuerdo un día soñar que era alma viajera, un buen día mis
padres me plantearon si quería irme a Estado Unidos a estudiar, automáticamente
dije que sí. Era un 29 de julio de 2015 cuando viajé por primera vez a Norte América. Llegué a Nueva York, la ciudad que todo el mundo desea
conocer. Me impactó sus edificios, sus avenidas, sus gentes, sus costumbres… Imagínate
dos días en Nueva York y con dieciséis años.
Formaba parte de un grupo de jóvenes que iban todo un año a estudiar a un instituto, a vivir en vivo y en directo una película americana. A cada estudiante nos enviaban a ciudades diferentes, a mí me tocó Provo, una ciudad del estado de Utah ubicado a 70 kilómetros de Salt Lake City.
Salí de mi casa un miércoles
y 72 horas después llegué a mi destino, recorrí un océano y un país entero, 12 mil kilómetros. Burriana,
Madrid, Nueva York, Chicago, Salt Lake City y Provo. Fuente: Conde Nast Traveler
Nada más llegar quería volver a mi casa pero preferí
descansar, dormir y despertarme al día siguiente para ver qué me ofrecía
Estados Unidos.
Tuve la suerte de tener un host granpa que me llevó a conocer una de las estampas más grandes declarada patrimonio de la humanidad. El Gran Cañón de Colorado.
Donde me sentí tan pequeñita, tan pequeñita dada la inmensidad de su
belleza. Espectaculares esculturas naturales forjadas por la erosión y el paso
de los millones de años.
La naturaleza nunca
dejará de impresionarme y sorprenderme. Me emocionó estar en un solo punto y estar en cuatro estados diferentes que concurren en el Monumento de las Cuatro Esquinas.
El día acabo después de
unas cuantas horas caminando por allí. Sabía que mi experiencia en Estados
Unidos solo acababa de comenzar.
👏👏👏👏👏
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